Es ingeniera de sonido y defiende que el audiolibro es mucho más que un texto leído en voz alta.
Son las siete de la tarde de un lunes y un actor está grabando una novela de Ken Follett en el estudio Miut, situado en el barrio de Poblenou de Barcelona. La empresa la fundó Juliana Rueda (Bogotá, 1978), una de las pioneras en producir audiolibros de calidad en España. Lo que empezó como una apuesta incierta, ahora está de moda y a Juliana se le suele hacer de noche con los auriculares puestos.
Hay quien considera que el audiolibro es para perezosos.
El pobre audiolibro tiene un montón de detractores: que si es el asesino del papel, que si es para vagos… ¿No hablamos de ese vínculo ancestral de escuchar historias alrededor del fuego? Pues se trata de recuperar ese placer, de acercarse a la literatura desde otro lugar. Yo soy de audio y para mí la comprensión lectora es mucho más fácil a través del audio. Puede que a la gente que no le guste leer les genere la curiosidad de leer el libro físico.