Los audiolibros son una tendencia en alza, no sólo entre el público con limitaciones visuales.
Elaborar un audiolibro es un proceso laborioso y costoso. La digital manager Eva Güell explica que un audiolibro puede tardar entre dos y tres meses para estar finalizado. La fase más larga es la grabación, pero existen muchas otras etapas importantes en el desarrollo del producto.
Junto con el editor y el proveedor, y a veces también el autor, se decide cuál será la voz que locutará la obra. Se estudian diferentes perfiles según el sexo o la edad, pero también otros matices como el acento.
La labor del narrador o narradora se asemeja mucho al trabajo del actor. Laura Prat, narradora y actriz, afirma que “consiste en contar la historia al oyente, pero sin quitarle su imaginación“: “Tengo que quitar las emociones de manera orgánica para dejarle un espacio en el que pueda imaginarse la historia”.
Las páginas del libro se convierten de este modo en una suerte de partitura emocional en la que el intérprete deja fluir las palabras, dejando cierto margen para que el lector pueda imaginar su propio espacio narrativo.